MARGARITA GARCIA FAURE

La persistencia de la pintura abstracta

por Adriana Lauría, Exposición Pinturas, Galería Cecilia Caballero, Buenos Aires, 2001

Esenciales planos de color insistentemente trabajados confrontan con líneas ondulantes y moduladas. En ciertos casos éstas los perforan creando ambiguos juegos de figura y fondo y en otros se inscriben sobre ellos, como huella de una espontánea gesticulación. Estos elementos desplegados en formatos de gran cuadro o en pequeñas unidades seriales que conjugan sus superficies mediante la semejanza del color, la continuidad del dibujo, la contigüidad y la composición, son los desarrollados por Margarita Garcia Faure para componer estas abstracciones. Esquematizaciones de un detalle amplificado, pliegues o hiatos corporales, sus obras introducen un desvío en el talante austero de la síntesis, ya sea por lo arbitrario del diseño o por el origen orgánico de las formas, que les confiere cierto carácter vital.

Los fondos vibran ya por la saturación de los colores, por su extensión, por los contrastes establecidos con los diseños que las surcan o en la yuxtaposición de los módulos. La aplicación manual de la pintura acompaña esta vibración con los accidentes propios de la factura artesanal, y se contrapone a un mundo de superficies industrialmente pulidas, con las que sin embargo estas obras tratan de asimilarse.

En efecto, en un simulacro ambiguo las referencias varían de una pieza a otra. Los conjuntos compuestos por cuadrados semejan azulejos o cualquier otro revestimiento modular, que como ellos, tienen la ductilidad de ofrecer distintas e intercambiables posibilidades distributivas. Pero los trazos que las surcan, garabatos o grafismos elementales, hacen explícita referencia a estadíos primarios de la escritura y el dibujo. Estadíos que nos sólo remiten a etapas de la infancia, sino a situaciones liberadas de esquematismos conscientes, donde la expresión corporal se deja llevar por un automatismo espontáneo.

Las pinturas realizadas sobre un lienzo único muestran distintas posibilidades expresivas de la línea en contrapunto con los fondos. A veces el engrosamiento del trazo lo vuelve figura.

Sin embargo la presencia masiva del color lo obliga a conservar sus características gráficas que hieren y horadan el plano. Otras veces estos grafismos cuelgan como cuerdas o animan formas imprecisas, y en todos los casos, flotan en un espacio atmosféricamente cromático.

El empleo de colores pastel o, en general, relacionados con la decoración o la moda, y la contraposición de estos soportes geométricos con diseños irregulares, fragmentados y expansivos, parece encontrar su fundamento en la heterodoxia con que la expresiones posmodernas de la abstracción, han recreado y adaptado las invenciones no figurativas de las vanguardias.

El hecho de interferir la estructura conceptual y metafísica que subyace en toda composición geométrica, con un dibujo que busca representar una expresividad mas allá de los controles racionales, informa de la necesidad que impulsa a la artista a recuperar el sentido lúdico del arte, indagando y apropiándose de la tradición moderna, sin renunciar a la dimensión hedonista de la pintura.

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